La primavera habÃa llegado, la vida regreso a l naturaleza, rÃos repletos de agua, la fauna enamorada y los dÃas hermosos. Decidimos realizar una bonita ruta por el Pimpollar. Muchos me preguntaron donde estaba aquel lugar. Este pequeño rincón es un apeadero ferroviario de Santa MarÃa de la Alameda ( Madrid).
Como era un lugar desconocido para todos menos el guÃa, decidimos quedar en el Puerto de la Cruz Verde, un lugar conocido que aparece en cualquier mapa. Desde aquel lugar nos desplazarÃamos hasta el Pimpollar (Sitio poblado de Pimpollos, árboles nuevos).
Aparcamos lo más cerca del rÃo Cofio, paraje que tenÃamos que visitar. Ni un bar para tomar un café para despejarse y tomar fuerzas. Bueno en el Puerto de la Cruz Verde nos habÃamos tomado uno.
Iniciamos la marcha, la abundancia de agua en el rÃo Cofio nos sorprendió pero era de esperar por las numerosas lluvias de los dÃas anteriores.
La senda era fácil de caminar, el sonido del agua y el dÃa soleado nos alegraba nuestra primera aventura primaveral.
Llegamos al puente Recondo, una enorme construcción con grandes arcos que se creo para que pasara el tren. No pudimos admirar, tocar y fotografiar aquella obra de ingenierÃa.
Nuestro camino continuo por la amplia senda y nuestra primera aventura del dÃa nos puso a prueba. Un arroyo cortaba el sendero. ¿DescubrirÃamos algún lugar para cruzarlo o utilizarÃamos los escarpines?. Cada uno hizo lo que pudo, pero cruzamos.
Abandonamos el sendero para acercarnos al rÃo y disfrutar de su belleza y poderÃo. No podÃamos, sino que admirar aquel entorno tan hermoso donde el sonido del agua nos daba la vida.
Llegamos al lugar donde estaba previsto que tenÃamos que cruzar, pero nos dimos cuenta que la otra orilla se encontraba anegada por el agua que venÃa de millones de arroyos que habÃan nacido en la montaña de las numerosas luvias de los dÃas anteriores.
Paramos en una pequeña pradera junto al rÃo para disfrutar de un almuerzo en un lugar hermoso y algunos de nosotros introducir los pÃes en el agua para refrescarlos.
El regreso al Pimpollar fue más rápido, pero disfrutamos de nuevos lugares que a la ida no habÃamos visto. El lugar sin duda era muy bonito y lo que a todos más les gusto fue la poca gente o ninguna que habÃa.
Disfrutamos de nuestra fiesta de final de ruta en el Club Social El Pimpollar. Un lugar agradable con un personal encantador que nos atendió maravillosamente.
¡RUTA SUPERADA!